miércoles, 19 de agosto de 2015

EDITORIAL

Lo que exponemos en esta ocasión, pudieran ser palabras más, palabras menos, debido a que solo son objeciones repetitivas que se hacen cada vez que se da la renovación de funcionarios en el gobierno; observaciones consistentes en aducir que los que dejan el cargo, se van satisfechos de haber engrosado sus cuentas bancarias, en tanto los que arriban, llegan ávidos por roer las arcas del dinero de los contribuyentes, repitiéndose de esa forma el mismo circulo vicioso en el que mientras unos se van, otros llegan, sin que ninguno de ellos –salvo honrosas excepciones-, haya resuelto aunque solo algunas de la multitud de necesidades que siguen inamovibles en el vivir del ser humano.  
La promesa “cambio” que la mayoría utiliza cuando mendiga el voto ciudadano, resulta verdaderamente ofensiva y hasta sórdida, cuando la hacen realidad solo en sus vidas personales, de sus familiares y de sus amistades íntimas, y no a favor de la gente realmente pobre. Desde sus campañas proselitistas hasta su llegada al poder, el pueblo les destina  exorbitantes sumas de dinero para que sea administrado honestamente, sin embargo todo eso lo convierten en voracidad, en rapiña, en ilícitos que finalmente vienen quedando en la impunidad, en la frase coloquial que dice: “aquí no ha pasado nada, que siga la fiesta”. 
Esto sería una de las razones del porque sigue creciendo la delincuencia actual; pues los malos gobernantes fomentan el odio, la rebelión, el desprecio y el mismo clima de violencia; de aquí se desprende que muchas de las personas sumidas en la miseria, mirando la abultada corrupción de sus representantes en el gobierno, se siente obligadas a delinquir, ¿Qué otra opción les queda si así se las gastan los meros jefes?

En este mismo tenor, los habitantes del municipio de Teloloapan, con visible desilusión por la mala administración que les presentaron  algunos de sus alcaldes como también de sus diputados pasados, en comentarios piden tanto a Robell Urióstegui como presidente  municipal y a Jesús Martínez como diputado local, que presenten un buen trabajo, distinto a los anteriores. “Si así fuere, les haríamos fiesta como la de San Francisco, con “cuetes” y toda la cosa”; dijo en tono alegre un humilde lugareño.

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